EDUCAR PARA LA LIBERTAD

Diego de almeyda

TierraS Blancas

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STULTI OMNES, SERVI 

Proverbio Estoico.

En su origen la palabra LIBERTAD se refiere al poder de actuar o no, según el dictado de la propia conciencia. Libertad es sinónimo de ELEGIR. Lo opuesto a un hombre libre es un esclavo.

Si como padres respetamos y confiamos en nuestros hijos, estaremos estimulando el ejercicio de su libertad personal: poco a poco será normal, más tarde será costumbre, para finalmente convertirse en hábito y en nuestro MODUS VIVENDI.

Al asumir nuestra libertad, descubrimos y apreciamos también la ajena, aflora el respeto por el proyecto de vida de los otros. La existencia se armoniza de manera natural. ¡Vivimos y dejamos vivir!

¿Cómo se logra? Hay mecanismos. Un pensamiento genera una emoción, y es la emoción lo que nos impulsa a actuar. Debemos entonces, aspirar a pensar libremente, vibrar con la libertad y entonces actuaremos como hombres libres: lo seremos.

Nuestros alumnos requieren libertad para poder desplegar su potencial, elegir su camino y alcanzar su destino. Libertad para reflexionar y pensar por sí mismo, libertad para expresar la pasión y el amor por la disciplina que su espíritu escoja, libertad para instalarse en el mundo con seguridad y calma, libertad para emplear y dirigir su energía hacia los objetivos y creaciones que desee y su conciencia le pida. Cuando no hay libertad se vive bajo filosofías o ideologías ajenas, el talento es secuestrado y explotado para servir a proyectos que no son propios, por ello la libertad de pensamiento, la autonomía intelectual es vital, ella logra detectar toda trampa del mundo susceptible de boicotear la realización personal. Oponerse tenazmente a la manipulación es el primer llamado de la libertad.

En el actual escenario, la oportunidad y el peligro se asoman sin timidez, hay tanta suerte como amenaza, el éxito y el fracaso dependen casi por

completo del ejercicio individual de la libertad. Esta facultad reclama reflexión, decisión y responsabilidad, valores que no trabajan ni espontánea ni automáticamente. Han debido ser transmitidos, educados y por sobre todo atestiguados en la vida diaria. Familia y colegio, así como una sociedad sana, pueden iluminar al joven con la práctica bien ponderada de la libertad.

Si la libertad se aloja en nuestros corazones, seremos capaces de escoger nuestra felicidad, de seleccionar las mejores alegrías, buscaremos los más altos goces, actuaremos con nobleza, no seremos esclavos del consumo, ni nos contentaremos con los sucedáneos efímeros del placer.

Si la libertad alcanza el intelecto, sabremos mantenernos coherentes, vivir de acuerdo a principios, sin traición a nuestra conciencia. Jamás la ideología ni el fanatismo secuestrarán nuestro vigor intelectual, ni el creador original que hay en nosotros será sustituido por el súbdito.

Si sabemos acoger la libertad en nuestra energía creadora, jamás nos consumiremos en la repetición estéril, nunca abrazaremos la sumisión, siempre anhelamos la extensión de todas nuestras posibilidades, desearemos a cada instante progresar, construir, hacer obra útil, prestaremos valiosos servicios a nuestra familia, a la comunidad, a la ciudad, a la patria, al mundo.

Si ejercemos la libertad en nuestros espacios, nos ocuparemos sanamente de nuestras necesidades, no perderemos el tiempo en banalidades, no nos autodestruiremos, ni nos reuniremos con quienes nos lleven a algún tipo de perdición.

El ejercicio de la Libertad es tan crucial que su modo conduce a la gloria o la tragedia, indefectiblemente.

El alumno que aprende a ejercer su libertad se dirige hacia una verdadera realización. No cae en los clichés sociales ni es seducido por las meras tendencias. Aspira a subir, a una mejora constante. Comprende que su realidad está más allá de las circunstancias y que pese a todo, puede adueñarse de su destino. No se desalienta. Conoce su valor. Levanta siempre su ánimo, vive entusiasmado.

La palabra perro no muerde. La palabra Libertad no libera. Es solamente el estudio, la reflexión y la práctica constante lo que desata el noble poder de la libertad: vivir una existencia dichosa y realmente rimada con la evolución.

La elección permanente a cada instante es entre el progreso y su opuesto. Desde este benévolo punto de vista, podemos afirmar que siempre será necesario, consciente, activa y deliberadamente EDUCAR PARA LA LIBERTAD.