“Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. Albert Einstein.
Los magníficos pinos de los Balcanes se estiran como pararrayos protegiendo al bebé que llega en esta obscura noche de tormenta. Los relámpagos y truenos reconocen y saludan a quien un día se convertirá en su dueño. Así, en medio de una atmósfera saturada de electricidad, cargada de fuerzas invisibles, de potenciales listos para descargarse, llega al mundo Nikola Tesla. La noche entera es un presagio de la vida de quien no descansará hasta materializar aquello que su mente visualiza e imagina. Es también un momento en que la humanidad acelera, descubre los secretos de la materia, decuplica el esfuerzo de cada palanca, se enseñorea sobre la fuerza mecánica, conoce más, produce más e inventa más.
Cada día de este siglo un nuevo engranaje se suma a la faena, a cada hora una nueva polea tira más alto, más lejos y más fuerte, a cada instante una nueva maquinaria es instalada cuyos brazos producen cien veces más y doscientas veces más rápido.
En este clima es que se asoma el pequeño Nikola. Desde niño en él se distinguen la curiosidad del genio, la imaginación del superdotado, la intuición del visionario, la determinación del profeta, la sed insaciable de conocimiento. Crece asimilando todo cuanto le ha de servir algún día para sus invenciones, las matemáticas necesarias, la ciencia precisa, la ingeniería exacta. Cuando otros juegan, Tesla se entretiene armando maquinitas, montando mecanismos, resolviendo el secreto de los números. Le fascina la electricidad. Sueña con iluminar cada ciudad del mundo, elucubra cómo transportar cada átomo de energía hacia todo rincón, abundante, gratis y libre. Poderoso es el motor que empuja a Tesla: una alta y noble ambición humanitaria. Imagina villas enteras alimentadas invisiblemente de electricidad, visualiza calles y paseos descontaminados de cables, sonríe contemplando cómo la energía llega a cada punto sin trabas y gratis. En su mente todo es posible y él dedica su vida a implementar los mecanismos que sirven para ello.
Trabaja mientras el resto duerme. Crea, mientras otros repiten. Imagina, cuando la mayoría se conforma o simplemente admite. En su mente es capaz de diseñar los más sofisticados mecanismos. En el ojo de su mente aparece cada tuerca y cada tornillo. Toda máquina se le presenta nítidamente previa construcción. Su voluntad le ha permitido penetrar en los secretos y las hazañas de la imaginación. Tal es el poder de Tesla. Amo de la síntesis creativa, enlaza una disciplina con otra, mezcla una ciencia y otra ciencia, lo que resulta en una innovación firme y benéfica.
Es un solitario, sin embargo, feliz y entusiasta, que sabe sonreír con todos los seres del futuro. Inspirado siempre por el elevado sentido de eficiencia de los seres con destino, no tiene tiempo para entretenerse en la anécdota ordinaria del día a día, cada segundo lo designa para la tarea que ya desde la cuna se perfiló como propósito. Gigante es su voluntad creadora, nítida es la meta que visualiza su corazón, exacta la ciencia que como nadie él supo dibujar en su cerebro.
En su mente no existe diferencia entre lo visible y lo invisible, tampoco entre lo posible y lo imposible. Día a día piensa, concibe e imagina lo que puede lograrse con la aplicación de tales engranajes energéticos, esta imagen fuertemente impresa lo empuja cuando sus fuerzas lo abandonan, su cerebro ya penetró en los arcanos de la imaginación, aplica el poder encerrado en el ojo interno, su mirada llega varios siglos más lejos, con sus ojos cerrados ya ha contemplado las flotantes e iluminadas ciudades del futuro, atestigua las máquinas que aún no se construyen, monta los aparatos necesarios, instala en su mente el laboratorio donde pronto llevará a cabo cada uno de sus pensamientos. Lo ve todo, lo visualiza todo, lo inventa todo. Cientos de patentes se adjudicará un día, cientos de obras constituyen su legado: rayos x, radio, control remoto, bobinas, motor de inducción, tubos de iluminación, etc. Le debemos un agradecimiento infinito a Tesla.
Tesla es el ejemplo de quien hizo uso del superpoder de la imaginación, dirigido hacia un objeto específico. Imaginación que afirmada por el conocimiento nunca es estéril.
La experiencia admite que tarde o temprano se materializa todo aquello que imaginamos y que moldeamos con el imán de la emoción. Ya sea bueno o malo. Naturalmente preferimos imaginar -es decir comenzar a crear- lo bueno. Imaginar por ejemplo la aplicación de innovadoras y eficaces técnicas de aprendizaje, imaginar las dilatadas pupilas de nuestros estudiantes frente a estimulantes lecturas, imaginar el loco entusiasmo despertado en el alumno que ha descubierto, liberado y experimentado un potencial propio hasta ahora dormido. Podemos imaginar, como Tesla, nuevas maneras de iluminar la mente, nuevos mecanismos de transmitir la pasión eléctrica por el conocimiento. Hemos de visualizar desde ya el año entero, con sus felices resultados nítidos: así hallaremos y diseñaremos el camino a tal destino, la imaginación dibujará en nuestra conciencia la ruta hacia la cumbre que se anhela. Podemos imaginar cómo la matemática es saboreada por el cerebro de los niños, descubriendo el placer magnífico de las ideas, nuestra mente nos sugerirá los métodos para vehiculizar esta imagen a la realidad, en colaboración con nuestro conocimiento. Podemos imaginar a nuestros jóvenes inspirados vibrantemente por el deporte, alentados sana y sobriamente por el progreso, por la destreza, por el vigor individual. Podemos imaginar un interés inaudito por la historia, por la geografía, por el mundo, merced a nuestra apasionada y estimulante transmisión, matizada por nuevas destrezas expositivas, pensadas y diseñadas exclusivamente para ellos. Podemos imaginar que ejecutamos todo esto con excelencia a su vez inaudita, movida por una seria, robusta y desinteresada vocación.
Es más, debemos imaginar todo esto y mucho más por supuesto. So pena de repetir lo mismo, y no conseguir sino los mismos limitados resultados de siempre. ¿Cómo me imagino mis clases? ¿qué imagino de mis estudiantes? ¿qué metas imagino? ¿Cómo imagino mi desempeño? ¿Imagino algo o sólo me figuro en el acotado espacio de mis seguros límites? ¿Imagino buenas relaciones y mejora en las comunicaciones o sólo fijo una actitud a priori entre mis pares? ¿Imagino mi labor desde la perspectiva de desarrollo profesional y personal o sólo la vivo desde la estrecha visión del empleo? ¿Imagino mi actividad incorporada a un real proyecto educativo donde soy un aporte o sólo me muevo en el recinto de mis concepciones y acciones según lo contractual? ¿Imagino una mejora y una armonía de todas nuestras voluntades o me limito a dar por descontado el roce y las posiciones fijas? ¿Puedo imaginar optimistamente acuerdos y benévolas alianzas y abandonar los paradigmas rancios de las posiciones cerradas? ¿puedo imaginar una atmósfera cálida y nutritiva? ¿Puedo imaginar positivamente o mi imaginación se cristaliza en visiones según la norma y tradición mezquina? ¿aplico deliberadamente la imaginación o la vivo en la anarquía de la espontaneidad? ¿dedico mi imaginación a mi desarrollo personal o me conduzco por la inercia intelectual? En síntesis: ¿imagino mediocre o creativamente?, ¿he aprendido a imaginar?
Por último, para este año, para este 2024, ¿qué te has imaginado?